Te fuiste en una tarde
dejándome contrito,
el pecho acelerado
llorando como un niño.
Espero que en el cielo
recojas mis suspiros,
mis lágrimas saladas
igual que mis latidos.
Allá, en donde estés,
preciso tu cariño,
preciso de tu ayuda,
tus manos y tus mimos.
Yo sé que estás muy cerca,
quizás aquí conmigo,
como ángel de la guarda
cuidando mi camino.
Recuerdo aquella tarde
andando junto al río,
soñando con los versos
trazados con cariño.
Poeta, me llamaste,
de estrellas y de lirios,
poeta simplemente
buscando su destino.
Tú estabas ya en la nube
de blanco colorido,
montada en el caballo
nervioso y tan activo.
Marchabas a tus versos,
que siempre fueron lindos,
marchabas a su lado
y me iba yo contigo.
Querías a las letras
reunirlas con ahinco,
sembrarlas con tu gracia
y garbo tan divino.
Pensabas en nosotros,
familia y tus amigos,
querías que esas letras
quedaran en un libro.
Por eso te recuerdo,
por eso yo te pido,
que estés siempre a mi lado
y guíes lo que escribo.
Rafael Sánchez Ortega ©
07/01/11
dejándome contrito,
el pecho acelerado
llorando como un niño.
Espero que en el cielo
recojas mis suspiros,
mis lágrimas saladas
igual que mis latidos.
Allá, en donde estés,
preciso tu cariño,
preciso de tu ayuda,
tus manos y tus mimos.
Yo sé que estás muy cerca,
quizás aquí conmigo,
como ángel de la guarda
cuidando mi camino.
Recuerdo aquella tarde
andando junto al río,
soñando con los versos
trazados con cariño.
Poeta, me llamaste,
de estrellas y de lirios,
poeta simplemente
buscando su destino.
Tú estabas ya en la nube
de blanco colorido,
montada en el caballo
nervioso y tan activo.
Marchabas a tus versos,
que siempre fueron lindos,
marchabas a su lado
y me iba yo contigo.
Querías a las letras
reunirlas con ahinco,
sembrarlas con tu gracia
y garbo tan divino.
Pensabas en nosotros,
familia y tus amigos,
querías que esas letras
quedaran en un libro.
Por eso te recuerdo,
por eso yo te pido,
que estés siempre a mi lado
y guíes lo que escribo.
Rafael Sánchez Ortega ©
07/01/11
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