martes, 11 de enero de 2011

HE SENTIDO EL ACERO EN MI COSTADO...


He sentido el acero en mi costado,
una flecha de amor, cual cervatana,
que llegó de un Cupido enamorado
para herir a mi alma en su ventana.

Yo temblé como niño ensimismado
y miré al Cupido con desgana,
sin saber que ya estaba derrotado
y era el blanco perfecto de su diana.

El amor no distingue la frontera,
del cariño y pasiones más distantes,
trastornando la paz en las hormonas.

El amor es la sangre que se altera,
es el beso y suspiro de un instante,
la emoción y el sentir de las personas.

Rafael Sánchez Ortega ©
10/01/11

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