He sentido el acero en mi costado,
una flecha de amor, cual cervatana,
que llegó de un Cupido enamorado
para herir a mi alma en su ventana.
Yo temblé como niño ensimismado
y miré al Cupido con desgana,
sin saber que ya estaba derrotado
y era el blanco perfecto de su diana.
El amor no distingue la frontera,
del cariño y pasiones más distantes,
trastornando la paz en las hormonas.
El amor es la sangre que se altera,
es el beso y suspiro de un instante,
la emoción y el sentir de las personas.
Rafael Sánchez Ortega ©
10/01/11
una flecha de amor, cual cervatana,
que llegó de un Cupido enamorado
para herir a mi alma en su ventana.
Yo temblé como niño ensimismado
y miré al Cupido con desgana,
sin saber que ya estaba derrotado
y era el blanco perfecto de su diana.
El amor no distingue la frontera,
del cariño y pasiones más distantes,
trastornando la paz en las hormonas.
El amor es la sangre que se altera,
es el beso y suspiro de un instante,
la emoción y el sentir de las personas.
Rafael Sánchez Ortega ©
10/01/11
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