"...A veces los latidos se mueren y se apagan..."
Se mueren los latidos en el pecho,
se acaban los suspiros en el alma,
se borran las sonrisas en la boca,
se marchan nuestros sueños a la nada.
Vivimos como niños, mendigando,
la sombra que nos deje sus palabras,
la risa cantarina de la madre
los dedos que acaricien nuestra cara.
Vivimos en un mundo de cobardes
expuestos a los odios y batallas,
a miles de rencillas sin sentido
ajenos al candor de los que aman.
Por eso, rebuscando en los recuerdos,
se encuentran muchas joyas olvidadas,
trocitos de ese mundo recorrido,
mezclados con las lágrimas saladas.
...Se apagan los sonidos de los pechos,
lo mismo que se apagan las campanas,
después de regalarnos el mensaje,
marcando en el reloj la hora exacta.
La hora del adiós, que nadie quiere,
la hora de la muerte y de la marcha,
la hora de partir hacia el destino
escrito en el cuaderno de bitácora.
Pero antes de partir quiero escribirte,
a ti, mi corazón, que estás en calma,
te digo que el amor fue el compañero
y el dulce capitán con que soñabas.
Sus manos nos guiaron a buen puerto
por mares turbulentos y bonanzas,
mezclados de salitre y de nordeste,
llegando con las velas destrozadas.
Por eso, tan hambrientos y cansados,
buscamos el calor de la fogata,
buscamos el pocillo bien caliente
y el vino delicioso de la jarra.
En medio de los humos del cigarro
soñamos como niños en su cama,
soñamos con abrazos y con besos
y un tibio corazón que nos aguarda.
"...Más todo es soledad, sólo son sueños,
se muere el corazón y muere el alma,
se apagan los suspiros de la brisa
y marchan los recuerdos a la nada..."
Rafael Sánchez Ortega ©
11/01/11
Se mueren los latidos en el pecho,
se acaban los suspiros en el alma,
se borran las sonrisas en la boca,
se marchan nuestros sueños a la nada.
Vivimos como niños, mendigando,
la sombra que nos deje sus palabras,
la risa cantarina de la madre
los dedos que acaricien nuestra cara.
Vivimos en un mundo de cobardes
expuestos a los odios y batallas,
a miles de rencillas sin sentido
ajenos al candor de los que aman.
Por eso, rebuscando en los recuerdos,
se encuentran muchas joyas olvidadas,
trocitos de ese mundo recorrido,
mezclados con las lágrimas saladas.
...Se apagan los sonidos de los pechos,
lo mismo que se apagan las campanas,
después de regalarnos el mensaje,
marcando en el reloj la hora exacta.
La hora del adiós, que nadie quiere,
la hora de la muerte y de la marcha,
la hora de partir hacia el destino
escrito en el cuaderno de bitácora.
Pero antes de partir quiero escribirte,
a ti, mi corazón, que estás en calma,
te digo que el amor fue el compañero
y el dulce capitán con que soñabas.
Sus manos nos guiaron a buen puerto
por mares turbulentos y bonanzas,
mezclados de salitre y de nordeste,
llegando con las velas destrozadas.
Por eso, tan hambrientos y cansados,
buscamos el calor de la fogata,
buscamos el pocillo bien caliente
y el vino delicioso de la jarra.
En medio de los humos del cigarro
soñamos como niños en su cama,
soñamos con abrazos y con besos
y un tibio corazón que nos aguarda.
"...Más todo es soledad, sólo son sueños,
se muere el corazón y muere el alma,
se apagan los suspiros de la brisa
y marchan los recuerdos a la nada..."
Rafael Sánchez Ortega ©
11/01/11
Exelenteeeee, cuanto mas leo mas impreionada quedo.... Gracias Rafael por compartir.Una Cordobesa que se quita el sombrero
ResponderEliminarGracias por este comentario a mis versos.
ResponderEliminarFeliz día.