Se puede amar soñando por la vida
y conseguir andar entre la bruma,
pero hay que ser sinceros, solamente,
para apartar los miedos y las dudas.
Hay hombres que no crecen en su vida
y niños que son hombres con fortuna,
los unos se atrincheran en sus juegos,
los otros los que juegan y se burlan.
Hay lluvia que nos llega en la ventisca
y lluvia que nos deja la garúa,
la una nos abraza y nos golpea
la otra con sus besos nos arrulla.
Pero soñar y amar es algo serio,
es un volcán de fuerza tremebunda,
es elevar a Dios el pensamiento
para calmar la fuerza tan impura.
Es contentar los cuerpos y las almas,
equilibrar la brida con la grupa,
es galopar con cierto desenfreno
y conservar el cuerpo en la montura.
...Un hombre pensativo en la ventana
miraba a la distancia tan insulsa,
miraba con los ojos muy miopes
de un pobre soñador en su ternura.
Soñaba como sueñan los poetas,
sacando las princesas de su pluma,
llevándolas en versos al cuaderno
en letras soñolientas, sin preguntas.
Y el hombre que escribía todo aquello
vio al niño caminar por la espesura,
un niño sin zapatos, que descalzo,
llevaba entre sus manos unas uvas.
De pronto comprendió todo el misterio
y quiso ser un niño en las alturas,
un niño caminando entre los vientos
por mares y estaciones muy difusas...
Se mueven los molinos de la Mancha,
y busca Dulcinea cobertura,
la lluvia llega pronto, y fuertemente,
son gotas solitarias y errabundas.
Los sueños son refugio de los hombres,
que buscan en los mismos su dulzura,
la eterna Cenicienta de los niños,
la mano que te anea y que te acuna.
Rafael Sánchez Ortega ©
18/01/11
y conseguir andar entre la bruma,
pero hay que ser sinceros, solamente,
para apartar los miedos y las dudas.
Hay hombres que no crecen en su vida
y niños que son hombres con fortuna,
los unos se atrincheran en sus juegos,
los otros los que juegan y se burlan.
Hay lluvia que nos llega en la ventisca
y lluvia que nos deja la garúa,
la una nos abraza y nos golpea
la otra con sus besos nos arrulla.
Pero soñar y amar es algo serio,
es un volcán de fuerza tremebunda,
es elevar a Dios el pensamiento
para calmar la fuerza tan impura.
Es contentar los cuerpos y las almas,
equilibrar la brida con la grupa,
es galopar con cierto desenfreno
y conservar el cuerpo en la montura.
...Un hombre pensativo en la ventana
miraba a la distancia tan insulsa,
miraba con los ojos muy miopes
de un pobre soñador en su ternura.
Soñaba como sueñan los poetas,
sacando las princesas de su pluma,
llevándolas en versos al cuaderno
en letras soñolientas, sin preguntas.
Y el hombre que escribía todo aquello
vio al niño caminar por la espesura,
un niño sin zapatos, que descalzo,
llevaba entre sus manos unas uvas.
De pronto comprendió todo el misterio
y quiso ser un niño en las alturas,
un niño caminando entre los vientos
por mares y estaciones muy difusas...
Se mueven los molinos de la Mancha,
y busca Dulcinea cobertura,
la lluvia llega pronto, y fuertemente,
son gotas solitarias y errabundas.
Los sueños son refugio de los hombres,
que buscan en los mismos su dulzura,
la eterna Cenicienta de los niños,
la mano que te anea y que te acuna.
Rafael Sánchez Ortega ©
18/01/11
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