sábado, 15 de enero de 2011

HAY HERIDAS OCULTAS EN EL PECHO...


"...A veces las heridas existen y no sangran..."

Hay heridas ocultas en el pecho
y hay heridas que existen en el alma,
las primeras sutiles, de puñales,
las segundas profundas y no sangran.

Yo prefiero la herida del cuchillo,
la que marca los cuerpos con su raya,
la que saca la sangre de las venas
a la tierra sedienta que la aguarda.

Más no quiero la herida sibilina,
la del alma sufriendo sin palabras,
con el grito en el fondo de su pecho
esperando la flecha envenenada.

Es mejor enfrentarse cada día
a la vida que viene en la mañana,
a pesar de lo negro y negativo,
de las nubes y cielos que amenazan.

Yo te veo, soldado y combatiente,
en la lucha diaria y tu batalla,
a pesar de derrotas y peleas,
por la flor que te espera en la distancia.

También sé que tu alma estremecida,
lleva herida profunda, y no de bala,
una herida sin sangre en el costado,
que atormenta la luz de tu mirada.

Más confío en las fuerzas de tu cuerpo,
y en que llegues muy pronto hasta tu casa,
a dormir en un lecho sin peleas
reponiendo tu alma atormentada.

Es posible que pronto te despiertes
y en tu pecho ya esté cicatrizada,
esa herida sangrante del pasado
que sacó de tus ojos tantas lágrimas.

Pero puede que vuelvas de tu sueño
con el alma carente de añoranzas,
pues la herida está ahí, y es muy profunda,
y no sangra, aunque sientes su amenaza.

Yo me vuelvo hacia ti, te doy mi mano,
y te ofrezco sincera mi mirada,
y te digo que si, que yo te cuido,
y te cedo la sangre de mi alma.

Porque quiero el trasplante de mi sangre
a tu pecho sin sangre en las entrañas,
para dar con mis besos y latidos
esa sabia de amor y de esperanza.

Rafael Sánchez Ortega ©
15/01/11

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