Por el oscuro túnel de la mente
discurre un intrincado laberinto,
el mundo del cobarde y el valiente
se cruzan en un templo variopinto.
El odio y el amor, profundamente,
afloran sin cesar de ese recinto,
se excita la pasión tan sutilmente,
que cambia la razón por el instinto.
Un nudo de rubor baja hasta el suelo,
palpita el corazón desenfrenado
buscando en otros labios un zafiro.
Se entrega con candor y con desvelo
el beso del amor, al ser amado,
tomando de esos labios un suspiro.
Rafael Sánchez Ortega ©
24/01/11
discurre un intrincado laberinto,
el mundo del cobarde y el valiente
se cruzan en un templo variopinto.
El odio y el amor, profundamente,
afloran sin cesar de ese recinto,
se excita la pasión tan sutilmente,
que cambia la razón por el instinto.
Un nudo de rubor baja hasta el suelo,
palpita el corazón desenfrenado
buscando en otros labios un zafiro.
Se entrega con candor y con desvelo
el beso del amor, al ser amado,
tomando de esos labios un suspiro.
Rafael Sánchez Ortega ©
24/01/11
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