Quiso Dios que buscara tu envoltura
y mis dedos las hebras de tu pelo
recorriendo, despacio y con mesura,
el cabello de fino terciopelo.
Y mis dedos buscaron tu cintura,
ese cáliz sabroso de tu cielo,
esos senos que avivan mi locura
y separo nervioso de su velo.
Más mi Dios no quería esa lujuria,
pero sí que robara la sonrisa
de tu pecho vibrante y tan bonito.
Y ayudado del viento, con su furia,
navegaron mis labios con la brisa
a robar tu sonrisa sin delito.
Rafael Sánchez Ortega ©
01/01/11
y mis dedos las hebras de tu pelo
recorriendo, despacio y con mesura,
el cabello de fino terciopelo.
Y mis dedos buscaron tu cintura,
ese cáliz sabroso de tu cielo,
esos senos que avivan mi locura
y separo nervioso de su velo.
Más mi Dios no quería esa lujuria,
pero sí que robara la sonrisa
de tu pecho vibrante y tan bonito.
Y ayudado del viento, con su furia,
navegaron mis labios con la brisa
a robar tu sonrisa sin delito.
Rafael Sánchez Ortega ©
01/01/11
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