"...A veces las pasiones engendran más pasiones..."
Pasiones en el pecho retenidas,
pasiones en el alma enamorada,
pasiones que se mezclan con pasiones
y funden a los cuerpos y a las almas.
Vivimos escondiendo la sonrisa
buscando la sonrisa que nos falta,
vivimos entre miedos y entre dudas
por miedo a perecer en la batalla.
Se buscan las miradas en la noche
y tiemblan, dulcemente mientras hablan,
son frases y monólogos sinceros,
que salen de los ojos sin palabras.
Se buscan temblorosas, unas manos,
y suben lentamente hacia la cara,
recorren las orejas y el cabello
y bajan tiernamente por la espalda.
Se buscan unos labios presurosos
y mezclan con sus besos esa savia,
el néctar de pasión y del pecado,
el dulce escalofrío del que ama.
Suspiran ambos cuerpos en la noche,
igual que las mareas en la playa,
con ese ronroneo tan constante
mezclado con salitre y con las algas.
Pero este es un suspiro diferente,
un grito que se ahoga en la garganta,
un grito con un nombre definido,
que sale con el beso que se manda.
Las manos acarician a los cuerpos,
la sangre enfebrecida ya no aguanta,
aumentan los latidos y el galope
en ambos corazones sin tardanza.
Se escucha la pasión en ese instante
y rugen los volcanes con su lava,
hay dedos que acarician unos senos,
hay otros que acarician unas nalgas.
Momentos de pasión interminables,
momentos que se viven y no acaban,
momentos en que paran los relojes
su lento caminar hacia la nada.
Se sueña con pasiones reprimidas
que algunos no consiguen alcanzarlas,
se sueña con pasión, en las pasiones,
del cuerpo virginal que nos aguarda.
"...Pasiones en el pecho retenidas,
pasiones en la hoguera con sus llamas,
pasiones que se mezclan con pasiones
en un lazo sagrado, sin distancias..."
Rafael Sánchez Ortega ©
19/01/11
Pasiones en el pecho retenidas,
pasiones en el alma enamorada,
pasiones que se mezclan con pasiones
y funden a los cuerpos y a las almas.
Vivimos escondiendo la sonrisa
buscando la sonrisa que nos falta,
vivimos entre miedos y entre dudas
por miedo a perecer en la batalla.
Se buscan las miradas en la noche
y tiemblan, dulcemente mientras hablan,
son frases y monólogos sinceros,
que salen de los ojos sin palabras.
Se buscan temblorosas, unas manos,
y suben lentamente hacia la cara,
recorren las orejas y el cabello
y bajan tiernamente por la espalda.
Se buscan unos labios presurosos
y mezclan con sus besos esa savia,
el néctar de pasión y del pecado,
el dulce escalofrío del que ama.
Suspiran ambos cuerpos en la noche,
igual que las mareas en la playa,
con ese ronroneo tan constante
mezclado con salitre y con las algas.
Pero este es un suspiro diferente,
un grito que se ahoga en la garganta,
un grito con un nombre definido,
que sale con el beso que se manda.
Las manos acarician a los cuerpos,
la sangre enfebrecida ya no aguanta,
aumentan los latidos y el galope
en ambos corazones sin tardanza.
Se escucha la pasión en ese instante
y rugen los volcanes con su lava,
hay dedos que acarician unos senos,
hay otros que acarician unas nalgas.
Momentos de pasión interminables,
momentos que se viven y no acaban,
momentos en que paran los relojes
su lento caminar hacia la nada.
Se sueña con pasiones reprimidas
que algunos no consiguen alcanzarlas,
se sueña con pasión, en las pasiones,
del cuerpo virginal que nos aguarda.
"...Pasiones en el pecho retenidas,
pasiones en la hoguera con sus llamas,
pasiones que se mezclan con pasiones
en un lazo sagrado, sin distancias..."
Rafael Sánchez Ortega ©
19/01/11
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