Miraba el cielo.
Contaba las estrellas.
Así soñaba.
Era un poeta.
Un niño soñador
en plena infancia.
Pero los sueños
marcaban su presente
y el día a día.
Pasaron años
de eternas primaveras.
Llegó el otoño.
Y las estrellas
seguían en los cielos
aunque temblando.
Abajo un hombre
miraba los suspiros
que ellas dejaban.
Pero el invierno
llegó con barba blanca
y días cortos.
¡Qué poco queda!,
decía nuestro niño,
a las estrellas.
Y mientras tanto
el hombre y el poeta
sigue soñando.
Rafael Sánchez Ortega ©
26/06/21
Ese niño que miraba las estrellas sonríe en tus letras, Rafael...Ha madurado, pero sigue con curiosidad e ilusión descubriendo la vida y formando versos. Muy hermoso, amigo.
ResponderEliminarMi abrazo entrañable y mi ánimo siempre.
Gracias por tus palabras siempre tan agradables, María Jesús.
EliminarUn abrazo.
Muchos sueños se hacen realidad.
ResponderEliminarEse contar estrellas, qué de imágenes me trae a la memoria.
ResponderEliminarUn abrazo
Me alegro entonces, Maripau.
EliminarUn abrazo.
Awesome pic
ResponderEliminarNo dejemos de soñar, porque la vida es sueño y hace que las estaciones se vistan de magia y de color.
ResponderEliminarMuy bonito este poema, Rafael.
Un abrazo y feliz tarde.
Gracias María.
EliminarUn abrazo en la tarde.
El niño que es poeta, cuando va madurando sigue siendo poeta y en su mente la imaginación va brillando cada día más. La sensibilizad es un don y comienza con unas letras.
ResponderEliminarUn abrazo y muy feliz noche.
Es parte de esa sensibilidad que todos llevamos dentro, Campirela.
EliminarUn abrazo y feliz día.
Y creo que nunca dejamos de soñar siempre hay un niño interior , muy dulces versos amigo, un abrazo desde mi brillo del mar
ResponderEliminarNo le perdamos nunca, Bea.
EliminarUn abrazo.
Qué importante es mantener la ilusión de seguir soñando.
ResponderEliminarAbrazo, Rafael.
Cierto Verónica.
EliminarAbrazo.