Aquellas manos
que un día me rozaron
hoy las recuerdo.
Y las añoro
igual que a sus caricias
y su ternura.
Benditas manos
que tanto me ayudaron
y me enseñaron.
Ellas abrieron
mi alma y mis sentidos
hacia la vida.
Para que vieran
mis ojos este mundo
de mil colores.
Para que oyera
la música en tus labios
con los poemas.
Y aquel susurro
naciente, de tus dedos,
cuando temblaban.
Ellas curaron
la fiebre de mi cuerpo
con su paciencia.
Y me calmaron
la sed con aquel néctar
que tanto añoro.
Benditas manos,
las tuyas, madre amada,
que nunca olvido.
Rafael Sánchez Ortega ©
04/07/21
Lindo, lindo el poema para la madre, la enfermera que nos cuida con la mejor de las caricias.
ResponderEliminarPor qué será que cuando estamos enfermos nuestra palabra es llamar a nuestra Madre.
Un beso Rafael.
Cierto, Campirela, hasta en las oraciones.
EliminarUn beso en la noche.
Precioso poema Rafael, en homenaje a las manos maternas.
ResponderEliminarBesos en la noche.
Que bello justo como dice Campi y es que la acabo de leer
ResponderEliminary aunque no igual su poema es de las manos
pero en el erotismo, casualidades preciosas de poetas
Besos que estes bien
Gracias Cora por tus palabras.
EliminarUn abrazo y feliz finde.
Esas manos que no se olvidan. Qué buenos recuerdos.
ResponderEliminarUn abrazo
Cierto Maripau, son inolvidables.
EliminarUn abrazo.
Dulces haikus amigo un abrazo desde mi brillo del mar
ResponderEliminarGracias Bea.
EliminarUn abrazo desde el cantábrico.