Me duele el alma,
decía el vagabundo
a los gorriones.
No sé que tengo,
ni sé lo que me pasa,
pero algo ocurre.
Pasan llorando
las nubes por el cielo
y me saludan.
Yo las sonrío.
Intento que se animen
con mi tristeza.
Que no me copien.
Que dejen los recuerdos
dormir en paz.
Así andaremos
por cielos y caminos
días tras días.
Me duele el alma.
No sé donde la tengo,
susurra el eco.
Y ese silencio
del eco, se transforma
y brota un llanto.
La sed del alma
transforma los sentidos.
Causa dolor.
Rafael Sánchez Ortega ©
12/07/21
Cuando duele el alma algo pasa, hay que detenerse y ver que estamos haciendo mal. Y si podemos mejorar. Como ese vagabundo que a pesar de ser más pobre que las ratas les daba sus tristezas a las nubes. Una metáfora con mucho sentir.
ResponderEliminarAbrazos.
Gracias por tus palabras, Campirela.
EliminarAbrazos.
Muchas veces el alma, que es nuestro ser, se encuentra entre cruces de sombras y de dudas y como un eco lastimero susurra en el silencio, pero también cesa. Es tan solo el tiempo y los recuerdos que envuelven día a día nuestras vidas.
ResponderEliminarUn abrazo Rafael.
Así es, Juan, como bien dices.
EliminarUn abrazo y gracias.
Bellos y tristes versos ❤
ResponderEliminarGracias Galilea.
Eliminaruuufff entrañable, llegando al alma si a veces, a veces llora hermosos versos un abrazo desde mi brillo del mar
ResponderEliminarGracias Bea.
EliminarUn abrazo desde el cantábrico.
Cuando hay un dolor así, es necesario dejar que el sueño se haga cargo, dormir, descansar y luego volver a empezar.
ResponderEliminarEs ese ciclo que dices, Paula.
EliminarAbrazos.
El dolor del alma... no hay genérico que lo consuele.
ResponderEliminarMil besitos en la mañana, amigo Rafael.
Cierto Auroratris.
EliminarUn abrazo y feliz día.
Hay tristezas que profundas que hacen que duela el alma.
ResponderEliminarAbrazo, Rafael.
Cierto Verónica. Gracias.
EliminarAbrazo.