Muele el molino
el trigo de la tierra
para hacer pan.
El agua, brava,
que baja por el río
mueve sus ruedas.
Agua del cielo
con llanto de los ángeles
y de los niños.
¡Qué bella estampa
se crea con la mente
y con los sueños!
Sueños de hombres
que vuelven a la infancia
desde el otoño.
Sueños de ancianos
que evocan los trabajos
en la campiña.
Y sin embargo
la vida continúa
en pleno invierno.
Tiemblan los cuerpos,
las almas se estremecen
y vuela el tiempo.
En un instante
la cera de la vida
se ha consumido.
Rafael Sánchez Ortega ©
02/08/21
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMuy buenas imágenes llevan a un mensaje aún mejor. Gracias Rafael.
ResponderEliminarGracias Antón.
EliminarUn saludo.
Bello poema con cierto tono nostálgico.
ResponderEliminarBeso grande.
Gracias Paula.
EliminarBesos.
Esos molinos donde tantas horas han pasado nuestro antecesores, y de donde molen ese trigo que ellos mismo segaban. Un recuero y homenaje a todos ellos. Un abrazo.
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