Verdes campiñas
ofrecen al otoño
cientos de abrazos.
Tierra de pastos,
antaño de ganados,
hoy olvidadas.
Os tengo cerca
y aumenta mi tristeza
al observaros.
Veo tus prados,
que tiemblan por la brisa
tan inclemente.
Se queda sola
la aldea y el terruño
de la montaña.
Solo el silencio
avanza, con la tarde,
y la maleza.
Atrás se quedan
los años de la infancia
y el pastoreo.
Días y tardes,
la siega de la yerba
y ensilamiento.
Aquellos ratos,
que están en el recuerdo,
¡son imborrables...!
Rafael Sánchez Ortega ©
07/09/21
Aquella siega donde se disfrutaba de las tareas del campo, hoy han pasado los años y hasta en la forma de hacerlo ha cambiado. Recuerdos de un pasado. Abrazos !!
ResponderEliminarTodo ha cambiado, como la vida misma, Campirela.
EliminarUn abrazo y feliz noche.
Esas campiñas se miran en tus ojos, Rafael y agradecen tu amor y tu recuerdo. La naturaleza respira y late en tus letras, amigo.
ResponderEliminarMi abrazo y mi cariño.